Tras la caída del 7% del PIB
regional en 2020, el organismo para la alimentación y la agricultura insta a
reconstruir mejor y aboga por digitalizar la agricultura.
Un nuevo
documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) destaca que la producción de alimentos y la salud
deben ocupar un lugar prioritario en las necesidades de financiamiento e
inversión durante la fase de recuperación y la de transformación posteriores a
la COVID-19.
El nuevo
informe sobre el panorama de la agricultura y el desarrollo rural en
América Latina y el Caribe indica que el periodo final de la crisis sanitaria,
económica y social causada por la pandemia del coronavirus representa una
oportunidad para transformar el modelo de desarrollo regional y
también para construir “sistemas agroalimentarios resilientes ante futuros
riesgos.”
Tras la
caída del 7% del PIB regional en 2020, el documento llama a reconstruir mejor,
y subraya que las acciones transformadoras a largo plazo deben avanzar
conjuntamente al proceso de recuperación inmediata ante la crisis, para
abordar, de forma simultánea, las problemáticas sanitarias, económicas y
climáticas.
El sector
agroalimentario fue más resiliente a los desafíos sanitarios, logísticos y
financieros que planteó la pandemia que el resto de los sectores económicos:
las exportaciones agroalimentarias regionales aumentaron un 2,7% en 2020 con
respecto a 2019, mientras las exportaciones totales cayeron 9,1%.
© Alex Webb/Magnum Fotos para la FAO
Este mercado en México vende verduras producidas por por los participantes en el Proyecto Estratégico de Seguridad Alimentaria de la FAO y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación de México.
Hay que lograr agilizar la
digitalización de la agricultura
El documento argumenta
que durante la fase posterior a la pandemia una materia prioritaria ha de ser
la de conseguir acelerar la digitalización de la agricultura.
“La
agricultura digital puede hacer una contribución sustantiva a la transformación
y al fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios en su evolución hacia la
sostenibilidad y la inclusión social”, afirmó el director general del Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura, Manuel Otero.
Añadió que
las tecnologías digitales “pueden generar una producción más alta, sostenible y
resiliente, mercados más eficientes y accesibles, alimentos más seguros,
nutritivos y trazables y, por supuesto, más inclusión y mejor calidad de vida
para todos los actores de la ruralidad”.
El informe
señala que la digitalización de la agricultura en América Latina y el Caribe
todavía es “incipiente”, pero que “comienza a acelerarse y va a ser
inevitable”. Sin embargo, su aprovechamiento todavía es bajo y desigual
debido a diversas barreras: los servicios de conectividad alcanzan al 71%
de la población urbana, mientras que en la rural el porcentaje baja al 36,8%.
“Este es y
seguirá siendo un proceso donde los ganadores serán quienes tengan la mayor
capacidad de innovación, de adelantarse a los hechos, de descubrir y amplificar
las nuevas soluciones y formas de producir, procesar, comerciar, comprar y
vender y consumir alimentos”, explicó el representante regional de la FAO,
Julio Berdegué.
Para
conseguir la transformación de los sistemas agroalimentarios, el estudio
destaca la necesidad de invertir en buenas prácticas de manejo sostenible, la
promoción del cooperativismo y el aprovechamiento de las oportunidades que
tiene la región para agregar valor a lo biológico y generar nuevas
oportunidades socioeconómicas en los territorios rurales.
El documento fue elaborado conjuntamente por la FAO, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.