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Transeúntes caminan frente a un comercio cerrado en la capital argentina. EFE |
Buenos Aires
Actualizado Miércoles, 24 junio 2020
- 20:19
El país prepara medidas
más duras para contener la transmisión del virus en la capital, Buenos Aires
El frío arrecia y Buenos Aires está
repleta de carteles de "se cierra" o "liquidación".
Incluso, con humor negro, alguien pegó en el escaparate uno que dice
"cierre por aniquilación". Son días duros sobre el Río de la Plata,
donde sólo resta el anuncio oficial, porque nadie duda en Argentina de
que llegó el momento de la marcha atrás. Tras una cuarentena que superó ya los
cien días, el área metropolitana de Buenos Aires -un conglomerado urbano de
15 millones de personas- regresará a una versión más estricta del confinamiento
para intentar frenar el crecimiento de los casos de Covid-19.
Argentina es un país partido en dos. En
casi todas las provincias hay muy pocos casos, por eso rige en ellas el
distanciamiento social obligatorio, una versión moderada de la cuarentena
iniciada el 20 de marzo. Las semanas más crudas del invierno argentino son las
de junio, julio y agosto, y esa pura obviedad de toda la vida es este año motivo
de escalofríos para gobernantes y gobernados, que ven como los casos de
Covid-19 han saltado del rango de los 800-900 por día a principios de junio hasta
los casi 2.300 solo tres semanas después.
"No hay peor orden que la que no se
cumple", apunta Gustavo Posse, alcalde de San Isidro, un
distrito rico de la periferia de Buenos Aires. Son muchos los argentinos que no
pueden vivir trabajando desde sus casas -si es que aún tienen trabajo- y que
salen a ponerle el pecho a la realidad, usando el transporte público a diario
porque necesitan un mínimo de dinero para llevar comida a la mesa familiar.
¿Puede encerrarse a esa gente en casa
sin darles alternativas? ¿Puede suspenderse el transporte público entre la
ciudad y los suburbios, donde están el 90% de los casos? La idea es
cerrar todo herméticamente por dos semanas, salvo servicios esenciales,
pero la operación es compleja, porque el apoyo del Estado muestra síntomas de
agotamiento: buena parte de las pagas extra de junio se abonarán a plazos y se
están revisando subsidios de emergencia para acotar su número.
GOTEO DE CIERRE DE NEGOCIOS
Sin posibilidad de financiarse
externamente, con la recaudación impositiva en caída libre y en medio de una
negociación a cara de perro por la deuda externa, la única alternativa
es imprimir pesos. Se está en el camino de duplicar la base monetaria, y
muchos economistas aseguran que eso llevará a una enorme inflación -mayor al
55% de 2019- en la post-pandemia. Otros dicen que no, que el mundo es otro y no
puede ser analizado con los cánones de siempre.
El economista Marcos Buscaglia calculó
en el canal LN+ una caída del PIB de un 15% como mínimo, aunque mucho dependerá
de cuánto se extienda la anormal situación y de cuántas empresas más se
cierren. La semana pasada Latam, la principal aerolínea privada del país,
anunció que deja la Argentina. Y cada día es un goteo de anuncios de
cierre de restaurantes, bares y comercios que llevaban décadas
funcionando. Si los datos oficiales marcan que el PIB se contrajo un 5,4% en un
primer trimestre con apenas diez días de cuarentena, ¿cuáles serán las cifras
de abril, mayo y junio, meses de encierro y frenazo profundos? El FMI, que no
suele acertar con sus pronósticos, acaba de revisar el suyo para Argentina:
9,9% de contracción del PIB en 2020.
"Hicimos una cuarentena híper
estricta que no podemos financiar", sintetizó el economista Fausto
Spotorno, mientras el gobierno sostiene que la recuperación de la economía
ya se inició en mayo. "La economía va a caer, lo que tenemos que
decidir es cuántas vidas perdemos", argumentó Axel Kicillof,
ex ministro de Economía y gobernador de la provincia de Buenos Aires.
"ESTAS SON LAS CONSECUENCIAS"
El presidente Alberto
Fernández, sometido a presiones enormes, volverá a apoyarse en
Kicillof, peronista como él, y en el opositor Horacio Rodríguez Larreta,
opositor y jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, para anunciar esta
semana un endurecimiento de las condiciones de encierro en el área de la
capital. Los datos del país son de 47.216 contagios y 1.085 muertes,
notablemente mejor que los de sus vecinos Brasil y Chile, aunque en Argentina
siga sin estar claro cuántos controles efectivos de coronavirus se hacen. Con
una ocupación de las camas de cuidados intensivos del 45% en todo el país y del
52% en el área metropolitana, Rodríguez Larreta quiere mantener espacios de
libertad en la ciudad, que hace un par de semanas volvió a autorizar, con
condiciones, la práctica de actividad física en parques y calles.
"¿Cuál es la sofisticación de un
esquema que recurre al encierro masivo como única opción frente al crecimiento
de los contagios?", se preguntó el analista Gonzalo Abascal en
'Clarín'.
Pero Fernández, que escucha y lee todo,
está convencido de la necesidad de dar marcha atrás por lo menos dos semanas:
"Querían salir a correr, salgan a correr. Querían salir a pasear, salgan a
pasear. Querían locales de ropa abiertos, abran los locales. Pero estas
son las consecuencias".