Hoy hace 26 años fue asesinado al salir de la Universidad Sergio Arboleda (2 de noviembre de 1995).
En su clase, de ese mismo día,
pocos minutos antes de cumplirse su destino, el líder conservador dejo en la
mente de sus alumnos esta reflexión:
“Ahí está el problema de
nuestro tiempo: le estamos poniendo demasiado capitalismo, demasiado laicismo y
demasiado positivismo a la noción de Occidente, de la que me he permitido
hablarles en muchas de estas clases y que, a mí, les soy franco, me emociona. Vale
la pena saber que eso fue, que eso ha sido y que quizás, siga siendo; nosotros
salimos de ahí; me emociona que tenga cierta obligación moral con ustedes de ponderarles
ese fenómeno que para ustedes tomen una posición dinámica y ética en la
construcción de su futuro y no se lo dejen todo a la inercia de los pequeños
intereses creados, porque tal vez hayamos perdido tiempo y ya se nos está
haciendo tarde. Hay mucho en juego, de ustedes, que son la juventud, depende en
gran medida la suerte de lo que está por venir.
Muchas gracias.”
“Siempre que terminaba de dictar su cátedra de Cultura Colombiana, el profesor Álvaro Gómez daba las gracias. La última vez, casi como premonición, añadió: “El próximo lunes no habrá clase”. Fue el dos de noviembre de 1995. Al salir de la universidad fue asesinado a balazos, dentro de su automotor, junto con su asistente y escolta personal.” Escribió, Juan Esteban Constaín.
Todos nos enteramos hace unos días que el Senador Julián Gallo Cubillos (Tornillo), miembro de las FARC. EP, sorprendió al país reclamando la autoria de este crimen de Lesa Humanidad, lo que, en lugar de arrojar claridad sobre el caso, produce más incertidumbre y garantiza prácticamente la impunidad total para los responsables del cobarde asesinato, sean las Farc, o a los que favorecen con su inesperada confesión. Puede que si así van a funcionar las cosas en la JEP, los privilegiados del "pacto de paz" van a tener la oportunidad de hacer aseo en el historial de socios de causas y negocios.
"Ser abatido por ráfagas de ametralladora, como parecía ser mi suerte, no debía considerarse como un infortunio singular, quizás no era 'un bel morir', como lo reclamaba Segismundo Malatesta; pero en las actuales circunstancias del país y del mundo, una muerte así podía no ser un sacrificio inútil, sino la creación de un símbolo que convocara un movimiento de restauración.“ — Álvaro Gómez Hurtado